Por: Raúl Adrián Bautista Chávez

En los últimos meses, el término “nearshoring” ha encabezado las discusiones acerca del futuro de la economía en cuanto a Inversión Extranjera se refiere; y no es para menos, dada la coyuntura económica que se ha vivido con el aumento de las tasas de inflación y la incertidumbre que han generado los conflictos armados en Europa, destacando la guerra entre Rusia y Ucrania, así como las crecientes tensiones en África, sin olvidar por supuesto la reciente ola de violencia que se está viviendo por la guerra entre Israel y Palestina. Es en este contexto global que el nearshoring aparece como un rayo de esperanza (y “certidumbre”) para la mancillada economía nacional; pero ¿qué implica realmente este fenómeno?

De acuerdo con Lázaro: “El nearshoring consiste en mudar las fábricas del país de origen a uno más cercano en el que todo sea más barato: el salario de los obreros, la electricidad y los combustibles, los insumos… y hasta los impuestos.” (Lázaro, 2022)

En el caso mexicano, el nearshoring se presenta como una oportunidad para que empresas extranjeras, particularmente estadounidenses, reestructuren la logística de producción de ciertos bienes y servicios para estar más cerca del consumidor final y, de la misma forma, al ser México su país vecino, obtener las ventajas del offshoring (reducción de costos) pero a una distancia considerablemente menor; por ejemplo, el offshoring que se realizaba en China, país que recibía la mayor cantidad de éste en el pasado, tiene la cualidad de encontrarse lejos, por lo cual el transporte es un costo que existe para el caso de China pero no tanto así para México. Esto quiere decir que el objetivo principal de las empresas para el nearshoring es aprovechar los bajos costos de mano de obra e insumos en México para así mejorar las tasas de ganancia para ellas mientras que, en teoría, se beneficia al país receptor dada la derrama económica y la fuerte inversión extranjera directa que esto implica; sin embargo, de la teoría a la práctica hay un trecho considerable, por lo cual resulta importante cuestionar la veracidad de los argumentos a favor del nearshoring como un mecanismo efectivo no sólo para mejorar la situación económica de México, sino el bienestar de los mexicanos.

Para explicar el posible impacto del nearshoring en México, podemos remitirnos a la escuela de pensamiento estructuralista encabezada por Raúl Prebisch, específicamente a la teoría de la dependencia (1950), la cual argumenta que al existir intercambio comercial entre un país desarrollado y uno subdesarrollado, el primero tiene ventaja dada la composición de sus exportaciones, que por lo general son bienes con mucho valor agregado y de precios altos, mientras que el país subdesarrollado exporta principalmente materias primas con muy poco valor agregado y de precios bajos; en el caso específico del nearshoring, México proporciona insumos y mano de obra barata para empresas extranjeras las cuales terminan vendiendo los bienes y servicios de esa producción a los mexicanos, cuyos ingresos son resultado de la misma dinámica que hace atractivo al país para el nearshoring, por lo tanto, son bajos y no resultan suficientes para garantizar el acceso a la mayoría de las importaciones de mucho valor agregado sin tener que utilizar el crédito.

Según (Morales, 2023) “La agencia calificadora Fitch detalló que los sectores que ya se han beneficiado del nearshoring en México, vía compromisos de inversión, son el de automóviles y afines, maquinaria, equipo médico, electrónica, electrodomésticos, logística, bienes raíces industriales, entre otros. (…) Establecieron que será el sector de las manufacturas el más beneficiado de fortalecer esta relocalización hacia Estados Unidos, particularmente el que se orienta a la exportación. Esto por la historia y experiencia en la participación del mercado de América del Norte.”

Resulta oportuno ahora mencionar un concepto teórico relevante para el presente análisis, el de la heterogeneidad estructural. Planteada por Raúl Prebisch en 1949, la teoría de la heterogeneidad estructural hace referencia al desigual crecimiento y distribución de ingresos en algunas regiones de un país a comparación de otras dada la lenta y desigual difusión del progreso técnico tanto a nivel nacional como internacional, favoreciendo siempre a las regiones más cercanas a los países del norte global, en este caso, las regiones más cercanas a Estados Unidos. De misma forma, este desarrollo desigual de la estructura productiva y la cercanía a la frontera tecnológica que tienen algunos estados en particular genera una dinámica asimétrica de innovación y generación de empleos entre las regiones del “centro” (aquellas con infraestructura tecnológica o productiva desarrollada) y las de la “periferia”, es decir , aquellas que no cuentan con buena calidad de infraestructura para generar innovación o empleo y, por lo tanto, normalmente no son recipientes de inversión, lo cual, con el paso del tiempo aumenta las asimetrías entre ambas regiones, rezagando cada vez más a éstas últimas regiones o estados, que normalmente son los que se encuentran al sur o más lejos de la frontera con Estados Unidos.

De acuerdo con (Cimoli & Porcile, 2005): En clara oposición a los supuestos de la teoría del crecimiento dominante hasta mediados de los años ochenta, en la teoría estructuralista del desarrollo el progreso técnico no se consideraba un bien libre ni mucho menos exógeno. La interacción entre el centro y la periferia reproduce las asimetrías tecnológicas y de ingresos en el tiempo, con especificidades propias de cada período histórico. Para ello concurren diversos mecanismos acumulativos en el proceso de aprendizaje y construcción de capacidades.

Asimismo, realizando un análisis desde el planteamiento estructuralista presentado hasta ahora, se entiende que el nearshoring, pese a que se presenta como una gran oportunidad de crecimiento para la economía mexicana, en realidad busca explotar la desigualdad de ingresos para reducir los costos de producción, situación que si bien es capaz de generar empleos, no mejora la calidad de los salarios ni las condiciones laborales puesto que depende de que ambas cosas se mantengan precarias para poder así generar un cambio positivo en la tasa de ganancia y, por lo tanto, la calidad de vida de las personas a las que tendría que beneficiar la derrama económica tampoco mejora.

En conclusión, la inversión captada se concentra en regiones específicas del país de acuerdo con las necesidades de las industrias relocalizadas y también gracias a su cercanía con la frontera norte, lo cual históricamente ha determinado las zonas de desarrollo de industrias y vías de transporte desde el Porfiriato[1]; esto a su vez acentúa las asimetrías de desarrollo entre las zonas industriales donde se genera innovación y empleo junto con infraestructura de transporte y producción, y las regiones en las cuales no se concentra prácticamente nada de la inversión extranjera dada su lejanía con la frontera norte y lo ineficiente que resultaría realizar inversión en esas regiones por la relación costo-beneficio poco favorecedora para las empresas extranjeras.


[1] Las industrias en los estados del norte y los ferrocarriles que se construyeron para facilitar el comercio con Estados Unidos durante el Porfiriato.

Referencias

Cimoli, M., & Porcile, G. (2005). Tecnología, heterogeneidad y crecimiento: una caja de herramientas estructuralista. CEPAL, 1-11.

Lázaro, E. (9 de Noviembre de 2022). ¿Qué es el nearshoring? El Economista. Obtenido de https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Que-es-el-nearshoring-20221108-0093.html

Morales, Y. (7 de Agosto de 2023). Manufactura y sector inmobiliario, principales industrias que ya se benefician del nearshoring en México: Fitch. El economista. Obtenido de https://www.eleconomista.com.mx/economia/Manufactura-y-sector-inmobiliario-principales-industrias-que-ya-se-benefician-del-nearshoring-en-Mexico-Fitch-20230807-0062.html

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